No se qué es lo que me hizo llegar a ser así. Se que a veces hago cosas extrañas, que la gente me considera un tanto loco. Los pocos amigos que conservo me dicen que debo expresarme, confiar en ellos. Pero la verdad es que pocas veces quiero confiar en la gente, de cualquier manera vienen y se van, van y vienen; y algunos han querido usarme. Muchos me buscan porque soy el mejor buzo que ha existido hasta ahora. En el Campeonato Mundial de Buceo Libre del año 2005 me presenté como hombre sin patria y pasé todas las eliminatorias, gané y rompí el récord. Para mí fue algo natural, pero se armó un gran escándalo. Luego buceé en todos los lugares que ha buceado el hombre y luego buceé en todos aquellos en que nadie lo ha hecho. Colaboré en videos de la vida submarina, en todos sus ecosistemas... por lo menos en todos aquellos en los que los equipos y los hombres podían llegar.
Fue en ese tiempo cuando los delfines empezaron a venir...
En todas partes. No importaba donde estuviera ni que estuviera haciendo, siempre llegaban. Se mantenían alejados de los demás, solo hasta que me acercara jugaban conmigo, tomando mis dedos en sus hocicos, para llevarme a sus juegos. Con el tiempo, esto empezó a poner nerviosa a la gente. Comenzaron los rumores y me hice un exiliado.
Ahora, en el año 2013, nadie me recuerda y no tengo contacto con casi ningún ser humano. Vivo en una bahía mexicana con vista al océano. No hay gente en kilómetros de playa. Mi casa es azul, tiene canales internos, alberca y es un acuario viviente. Sin embargo no es suficiente y sigo sin saber que me hizo así. Salgo de la casa, la tarde es preciosa. Nado y buceo hasta el anochecer. Me siento en la suave arena de esta playa solitaria y virgen. No hay otro ser humano en kilómetros.
Puedo oler el mar, sentirlo...
Me habla. Me pregunta que es lo que me pasa. Le digo que no lo sé. Que esto no es suficiente para mí. Quiero ser más. Quiero ser delfín o, por lo menos, quiero ser agua.-“Antes, debes recordar porque eres así y porque deseas lo que deseas” –dijo el mar–.-Pero yo no sé... –traté de replicar–.
Entonces, el mar se aclara, es como un espejo que refleja cosas y empieza a mostrar el pasado. Mi pasado. Un pasado que solo está en mi inconsciente. ¡Claro!, ahí estoy yo. Tenía 26 años y vivía en la Ciudad de México desde que era muy pequeño. Terminaba la carrera de Biología en la U.N.A.M., eran buenos tiempos, estudiaba en las mañanas, trabajaba en educación y conservación ambiental y disfrutaba de las tardes con mis amigos, pero buscaba algo...
Siempre buscando algo que llegué a creer que no encontraría...
Comencé a trabajar en mi tesis, pero al mismo tiempo trabajaba en varios proyectos ambientales, incluso en una ocasión ayudé a atrapar un jaguar para colocarle un collar radiotransmisor, en otra ocasión al rastrear a un grupo de venados un jabalí me atacó y me dejó una cicatriz con su colmillo.
Un día, durante una estancia en la reserva de Chamela, caminaba por la playa después de un día muy pesado trabajando con los animales que estudiaba. No me sentía muy bien, había sido un día demasiado caluroso y mis bichos se habían escondido del calor. Caminaba en la arena, un poco tambaleante, y entonces la vi... una muchacha, entre niña y mujer, y me quedé pasmado. Ella era la criatura más hermosa que yo hubiese visto en toda mi vida. Sus ojos eran verdes y profundos, tan hermosos y desconcertantes como el mar. Su cabello era de un castaño indescriptible; lo traía mojado, sin embargo sus ropas estaban secas. Y tenía una sonrisa cautivadora con dientes como perlas.
Recuerdo ese día...
Recuerdo que la seguí y en un impulso le pedí que se fuera conmigo.
–“Tú no perteneces a mi mundo” –me dijo y su voz me recordó el murmullo del oleaje–. “Tu no sabes nada de mi”
–¿Qué hace falta para saber de ti?–contesté–.
Me vio a los ojos un instante que a mi me parecieron horas. Esos ojos verdes y en los que podía perderme para siempre. Me besó, un leve roce de sus labios en los míos. Cerré los ojos y cuando los abrí, ella había desaparecido. La busqué por toda la playa pero nunca la encontré, cómo si solo hubiese sido un espejismo, una alucinación provocada por el calor y el cansancio. Regresé a la Ciudad de México y seguí estudiando, continué trabajando un tiempo en la conservación ambiental. Pero no podía dejar de pensar en sus ojos y en el susurro del mar. Cuando no tenía clases acostumbraba pasearme por la universidad. Cuando no trabajaba vagaba por donde fuera.
Y entonces vi la alberca...
Saqué la credencial lo más pronto posible, cuando entré me puse a bucear como si siempre lo hubiera hecho. Por minutos enteros. Me dijeron que me ahogaría. Pero buceé como si hubiera nacido para eso. Seguí nadando y buceando por horas y días y cada vez que lo dejaba aparecían ante mí esos ojos y el agua me llamaba de nuevo. Muchas veces me preguntaba porque los relacionaba con el agua. Competía y ganaba. Hice los cursos como un requisito para tener la acreditación.
Esto era necesario para poder vivir de bucear...
Pero entre más famoso me hacía, menos quería estar con la gente. Vino mi primera y única competencia el Campeonato Mundial de Buceo Libre del año 2005. Gané e implanté un récord que hasta ahora no han roto y dudo que rompan. Luego vino lo de los videos y los viajes de exploración, junto a los delfines, ¡ah!, es cierto lo olvidaba, también por ese entonces médicos e investigadores de la fisiología humana me asediaban para hacerme unas pruebas y entender como podía hacerlo. Me hastié y me mudé a esta playa donde ahora estoy.
Tratando de saber mi destino...
En ese momento, ya había amanecido y el sol se colaba entre las nubes y reflejaba el mar azul como nunca lo había visto. Parecía contento. Sentí el impulso de nadar y me tiré al mar. Nadé mar adentro durante horas y horas. Ya en el crepúsculo empecé a sentir cansancio y una tranquilidad enorme, como si durmieran mi cuerpo. Vi ese par de ojos en el mar, esos ojos que siempre estuvieron en mí y escuché el murmullo de su voz en las olas. Dejé de moverme y me sumergí.
Estaba donde siempre quise estar, morí ahí...
Dicen los marinos que desde ese verano, Elanor, la diosa del mar es feliz. Yo lo sé, pues yo estoy con ella.
Some thing I write to some one... I'll promise I translate this one in future.